sábado, octubre 31, 2009

Morning Light

Haciendo una pausa en las historias de H (pero lo siento por vosotros, oh queridos y hospitalodiantes lectores, habrá más), recupero uno de mis "discos de isla desierta". Un álbum aparecido en 1996 llamado "Morning Light", de Locust, proyecto del músico y productor inglés Mark Van Hoen, excomponente de Seefeel, grupo importantísimo en la electrónica de los primeros 90. Después de cuatro discos instrumentales y bastante complejos, tuvo la brillante idea de hacer uno vocal, con colaboraciones variadas y acertadísimas. Salió de gira teloneando a Massive Attack y gozó de éxito y buenas críticas durante un breve período que se malogró por problemas contractuales y demás zarandajas ajenas a lo estríctamente musical. Una lástima, porque siguió editando buenos discos que no han tenido repercusión alguna.





Yo recomendé hasta la saciedad "Morning Light" en su momento y la verdad es que no decepcionó a nadie. Tal vez se haya quedado un poco antiguo a ratos, en los que el "rollo trip-hop" es más visible, pero de verdad que es toda una experiencia. Aloofness, ¿lo sigues escuchando o acabaste harto?


No hay mucho material (dis)ponible, pero al menos he encontrado tres de los mejores temas para ilustrar el post. Los tres aparecieron como single pero ninguno tiene videoclip, que se sepa.


"One Way Or Another", cantado divinamente por Wendy Roberts





"No-One In The World", una exquisitez construida a partir de un sample de la canción "Hurting Each Other" de The Carpenters.




Y por fín, "All Your Own Way", cantado por Zoe Niblett, con estructura bastante similar al "Hyperballad" de Björk, que no aparecía en la primera edición y sirvió para un relanzamiento en 1997.






Yo os recomiendo, hermosos míos, que los escuchéis con calma, atención y auriculares. Si os apetece, claro. Y olvidad lo mucho o poco que yo pueda saber o vosotros conocer o todos descubrir. Disfrutad la música, que para eso está. Nadie puede conocerlo todo. Ni debe.

viernes, octubre 30, 2009

H de Hospital (a la manera de Brian de Palma)

Salió de la habitación y recorrió con paso lento el largo pasillo. Con curiosidad tan humana como en ocasiones malsana echaba un vistazo sin detenerse por las puertas entreabiertas de las otras habitaciones. Rostros dolientes o apesadumbrados, charlas ruidosas de familiares dispuestos a animar como fuera a los cansados pacientes, que seguramente no veían la hora de quedarse a solas con su malestar. Fragmentos de conversaciones que pasaban del tacto y la prudencia al mal gusto y la obscenidad. LaNiñaYaSeNosCasa ComoPasanLosAños PuesEstasMuyDesmejorado AVerSiCuandoTeRecuperesOrganizamosUnaCena TuHasTenidoSuerte AlPrimoJuanLePasóLoQueATíYSeQuedóEnElSitio . De la puerta de personal al final del pasillo salió una de las enfermeras vestida de calle, bromeó con las compañeras que aún no habían terminado el turno y tomó el camino a la izquierda, el mismo que él tenía que tomar para salir de la planta. Caminaban al mismo ritmo, ella unos cinco pasos por delante. Veía su figura, bien alimentada, con buenas formas y curvas en su sitio, que movía con una gracia natural, sin pavoneo. No cogió el ascensor, bajó las tres plantas por las escaleras, siempre con él a cinco pasos por detrás, pendiente de cada detalle, sincronizado con su ritmo y fascinado con sus andares resueltos. Siguió tras ella por el vestíbulo viendo cómo saludaba y bromeaba alegremente con los compañeros que se iba encontrando sin detenerse. Pero ya conocía su mirada, y sabía que estaba llena de tristeza. Al salir a la calle tomaron direcciones opuestas, y permaneció mirándola mientras se perdía entre los coches del aparcamiento.


Bueno, a ver si el autobús no tarda en llegar, menos mal que los sábados no hay apenas tráfico y llegaré pronto a casa. La verdad es que tiene muy buen aspecto, a ver si el lunes nos dan buenas noticias, que vaya susto nos hemos llevado. Ah, ya viene el bus, qué bien. Tendré que comer algo en la calle, no me apetece ponerme a cocinar ahora. Por fín en casa, qué día más largo. La ducha me ha sentado de miedo y me caigo de sueño. El despertador...a las nueve está bien, no estaré para el desayuno pero ya me ha dicho que no me preocupe. Que no se me olvide llevarle el periódico, los crucigramas y las gafas. Me quedaría escribiendo un rato, pero me conozco y me van a dar las tantas. No, mejor me meto en la cama ya, escribiré algo mañana...

Las llaves, dónde las he metido. Aquí están. Odio los sábados cuando tengo turno. Cenar a toda prisa y sin tiempo a descansar nada. Ojalá no tenga mucho trabajo esta noche. Ya empieza la maldita punzada, ¿es que no se me va a quitar nunca? Ya estoy más que acostumbrada al club y sin embargo no desaparecen las nauseas. En fín, esto no durará mucho, cuando quiera lo dejo. Ilusa. Sabes que no lo puedes dejar si no quieres que las amenazas a tu familia se conviertan en algo peor. Te queda mucho para pagar la deuda que te dejó ese cerdo, y vas a tener que seguir empeñando tu cuerpo a  ejecutivos insoportables,  viejos asquerosos, soberbios hijos de papá. Al menos luego podré dormir algo antes de volver al Hospital... 











Habría querido que ella subiera las escaleras cinco pasos por delante, para ver su andar rotundo a la luz del día. Cuando entró a la habitación, su madre estaba desayunada y locuaz, había pasado una noche muy buena y tenía ganas de caminar un poco por la planta. La enfermera de buenas formas y curvas en su sitio entró para tomarle la temperatura, con profesionalidad amable y cálida. Su madre le dijo algunos cumplidos sobre el pelo y la simpatía, y cuando se marchó a seguir con su trabajo, ellos salieron al pasillo a pasear despacio y respirar un poco fuera de esa habitación tan cómoda como opresiva. El no dejaba de pensar en que por mucho maquillaje que llevara, por mucha alegría que demostrara, esa chica arrastraba un cansancio inmenso, una tristeza infinita, un dolor más grande que el de muchos de los enfermos que paseaban tranquilos por ese pasillo.

(Brian de Palma, director estadounidense famoso por su uso del estilo voyeurista y el split-screen, pantalla dividida que presenta simultáneamente dos o más escenas diferentes)

miércoles, octubre 28, 2009

H de Hospital (a la manera de François Ozon)

No es el momento. No es el lugar.


Tiene las manos tan calientes que parecen arder, intenta transmitirle algo de alivio mientras cruzan la ciudad en el vientre de ese vehículo que se abre paso entre el tráfico con la nada mitológica sirena. Mira su gesto desencajado, la mujer fuerte y valiente que siempre había sido (o pretendido ser) está oculta por la maleza de un dolor que la hace casi irreconocible. Aguanta, ya queda poco, estamos llegando. La ambulancia pare a dos adultos. Uno es depositado en una silla de ruedas y el otro, tras cumplir los trámites de ingreso, corre a su encuentro para jugar juntos al temible juego de la espera, con docenas de otros rostros tan desencajados o más por el dolor y los nervios. 


El tiempo va pasando y las palabras de consuelo hacen cada vez menos efecto. Aparece su hermana para relevarlo en la sala de espera y se asoma a la entrada de Urgencias para tomar un poco de aire. Un grupo de celadores charlan animadamente haciendo tiempo hasta empezar su turno, en el que además de su uniforme vestirán solemnidad y alivio amable y se dedica a observarlos tratando de abstraerse de tanto rostro (desencajado, nervioso) de familiares y acompañantes que como él, esperan. Y de ambulancias que constantemente paren adultos maltrechos. Uno de los celadores es bien atractivo. No hace falta tener el famoso radar para comprender (entender, casi mejor) que si le mira atentamente no va a molestarle. En un momento tan tenso puede ser un buen pasatiempo un juego de miradas. Y el juego comienza.


Transcurren las horas y todo sigue igual. Madre doliente, hijos inquietos. Hambre. Sueño. Una prueba aquí, ahora espere, otra prueba allá, vuelva a esperar. Celador entregado a su trabajo que cuando pasa por su lado le clava esa mirada azul. Finalmente deciden dejarla en Observación al menos esa noche, tal vez más, y el encargado de llevarla es Él. Le explica el procedimiento, añadiendo a las palabras de calma y alivio necesarias un aderezo de confianza que él sabe que no ha utilizado con los otros familiares a los que le ha visto dirigirse durante la noche. Su agradecimiento incorpora ese tono cómplice tambíen. Y hay un momento de silencio.


(Son las 5 de la madrugada y ese pasillo está vacío. Le toma del brazo y le conduce a una pequeña habitación llena de objetos que prefiere no mirar mientras su camisa se abre, sus pantalones bajan y él se encarga de que el uniforme deje de cubrir a su Celador, que sabe cómo convertir un breve momento de escarceo en un arte amatoria, cómo hacer que por un momento olvide dónde está y por qué ha venido, que olvide el remordimiento por convertirse en el polo opuesto al dolor que hay en la habitación contigua. Acercándose al clímax, incluso consigue olvidar que se encuentra en un sitio llamado Oficio Sucio...)


Y hay un momento de silencio. Un silencio en el que una mirada parece susurrar "No es el momento, por desgracia", y el silencio de la mirada que le mira parece responder "No es el lugar. Estoy acostumbrado".  Le ve alejarse a seguir con sus tareas y él marcha en sentido contrario a recoger a su hermana para irse a casa, sintiéndose algo culpable de haber tenido una fantasía tan vívida en un momento tan poco oportuno.



(François Ozon : director francés. Sus películas suelen caracterizarse por un humor ingenioso y satírico y un peculiar punto de vista sobre la sexualidad humana - Wikipedia)

lunes, octubre 26, 2009

H de Hospital (Avance Editorial)

(...Y quiso el azar, el destino o la causalidad, oh queridos y concernidos lectores, que la siguiente entrada que tocaba en este magno proyecto desprestigioso y anadieleimportante llamado "An Alphabet" fuera con la letra H. Y en estos días, como es lógico, no hay otra H en mi vida que la de ese edificio que da, arregla, cura y quita vidas. Por el momento esto es sólo un prólogo, espero postear mañana la primera parte. Sí, habéis leído bien, tendrá varias partes, varias secuencias, varias miradas. Esto de ser cuatripolar es ventajoso en situaciones así. Albergar en un mismo ente a un pedantorro con tendencia a la abstracción (Theodore), un racionalista descreido e intransigente (Doroteo), una petarda desorejada (Zíodor, Zío para los amigos), y un mal líder que en su torpeza cree controlarlos a todos sin darse cuenta de que es un simple monigote que oscila entre la condescendencia y el hazmerreir (Teodoro) es lo que tiene. Todos tan amantes del cine que viendo la realidad como una película del director que más les encaje en la situación. Y se emplean a fondo, os lo puedo asegurar.


Aprovecho este "intro" para agracederos de corazón los comentarios en el post anterior. Me hubiera gustado contestar uno a uno, en condiciones, pero ya os imaginaréis que no he tenido mucha ocasión, ni ánimo. A pesar de que como dije la cosa no es tan grave como parecía en un principio (digamos que es algo serio pero con arreglo y se ha detectado a tiempo), aún quedan unos cuantos días de hacer filigranas con el trabajo y las estancias en H, así que, pasados los primeros nervios y tensiones, el ánimo no está bajo pero sí cansado y algo falto de fuelle. Repito, muchas muchas gracias a todos. Echo mucho de menos leeros y comentaros, seguro que me he perdido un montón de cosas interesantes, y estoy deseando ponerme al día.


Todos los besos son pocos, oh hiper-atentos y mega-considerados lectores, queridos y venerados amigos)

jueves, octubre 22, 2009

Hospital (¿Ario?)




Me hallo inmerso, oh queridos y abandonados lectores/leidos, en un imprevisto familiar con hospital incluido, así que me temo que voy a estar unos días ausente o muy poco presente por la blogosfera. Como es de estas cosas que te tienen a la espera de noticias (la espera, sobre todo la desesperante espera, maldita ella), pues lo mismo en uno o dos días ya está todo solucionado, lo mismo en diez o doce. O más. Argh. No parece algo excesivamente grave pero sí "trajinoso", así que me disculpo desde ya por no leeros, comentaros, ni responder a lo últimos que me dejásteis. 


Que mi madre (que es la protagonista) me perdone, pero en el fragor de la batalla hospitalísitica (es que "batalla hospitalaria" suena un poco raro) se le ocurren a uno cantidad de historias que contar, así que prometo volver con un saco de ideas para vuestro deleite y disfrute. Creo que esto ha sonado pretencioso, pero ya sabéis que cuando me pongo retórico se me va un poco el sentido de la proporción, qué os voy a decir que no sepáis ya, oh aguerridos y trancesuperados lectores.


Volveré.

miércoles, octubre 21, 2009

In Convenience

Iba tan ensimismado recordando su olor y sus palabras, que se perdió dos veces en aquél laberíntico bloque cerrado de edificios tratando de encontrar la salida. Tenía un cansancio tan placentero, un principio de agujetas muy estimulante y no le apetecía pensar en cómo disimularía esas marcas tan escandalosas que había visto en su cuello, reflejado en el espejo del ascensor. No le importó que le despidiera con un frío "ya nos vemos, si eso". Si eso. Estaba claro que no había intención de repetir, aunque hubiera preferido una separación más dulce, como dulcemente salvaje había sido el encuentro. Y qué, había merecido la pena. Cómo le había dicho que se llamaba....mmm...¿o no se lo había dicho? No recordaba que hubieran hablado gran cosa, aunque sí recordaba las palabras, por decir algo, que habían salido de sus excitadas bocas en una sinfonía aullante algo desafinada y solo para (muy) adultos. Confió en que las paredes no fueran tan delgadas como es habitual en los edificios de apartamentos. Aunque si al inquilino no parecía preocuparle, qué más le daba a él. Después de un par de vueltas y varios rellanos y corredores más, logró encontrar la salida. Cuando entró con él, desde el garaje, el viaje había sido corto y directo, o tal vez no, estaba demasiado ocupado en comerle unas cuantas partes del cuerpo como para fijarse. Pero al fín estaba en el portal. Abrió, y el frío viento seco de otoño le colocó de nuevo en la madrugada del mundo real. Respiró profundamente, satisfecho, y al oir cerrarse la puerta, se dió cuenta de que se había dejado las llaves arriba.

martes, octubre 20, 2009

Fiesta en mi Keely

He tenido un par de días agotadores y sin tiempo (ni ganas, lo admito) de escribir. Hoy creo que lo que pega es una canción, que como dicen muchos por ahí, es lo socorrido cuando no hay nada que contar, o no hay ganas o inspiración para hacerlo. Pero no os creáis, oh queridos y martexhaustos lectores. No es tan fácil, no. Encontrar una canción que sea original, llamativa y significativa no es cualquier cosa. La música es emoción, y las emociones son poderosas, traicioneras. Una canción puede animar o ensombrecer un momento, tal vez un día. Puede aliviar un dolor o avivar un recuerdo. Y ese recuerdo puede ser balsámico, estimulante, afrodisiaco o tormentoso. Puede hasta ser laxante, generar un flujo saliente que si no se consigue dominar puede que deje escapar demasiado. Las cosas no es conveniente que se queden almacenadas, pero tampoco que salgan a chorro y sin control.



Una canción. ¿Qué canción? No me gustaría ser responsable de una crisis masiva de incontinencia en un día como este, provocar con un sencillo post musical una estampida de emociones en busca del desagüe más cercano. Pero es que casi todo gira en torno al amor y su misterio. Sí. No pongáis esa cara, que sabéis que estoy en lo cierto. Las mejores canciones son las que hablan de amor, de desamor, de romance, de celos, de todo lo maravilloso y terrible de ese sentimiento. Y andaba yo en este trance pensando qué canción poner, y me he encontrado con mi querida Keely Smith (aquí Keely, aquí unos amigos, muak muak) que estaba por mi mueble de los discos departiendo amigablemente con Julie London y Wayne Newton, entre otros, y con la promesa de dejarla tomar todos los cócteles que quisiera, como si no llevara ya unos cuantos, le he pedido que me explique qué es para ella el Amor, no sin antes advertirle que no quería algo demasiado denso ni desesperado, que estas vicetiples enseguida se ponen a recordar sus lances, y como suelen acabar malamente, se les sube la tragedia a la cabeza y nos arman un estropicio emocional sin comerlo ni beberlo. Y vosotros, oh queridos y misteriodelamoraveriguantes lectores, aquí estáis para pasar un buen rato, digo yo.



Y ella, muy digna y con todo su poderío, se ha arrancado a cantar. ¿Qué es esto que llaman amor, esta locura llamada amor? ¿Quién puede resolver su misterio?¿Por qué me transforma en una estúpida?... ay, no sé para qué le he pedido nada, que me va a arruinar la entrada. Pero bien pensado, un drama cantado con una big band no es nada doloroso, y encima hace esa cosita tan cuca con la voz (euuuuhhh) en el minuto 1:00. Y canta tan bien. Vamos, que con la de gente que ha interpretado esta composición del inmenso Cole Porter, me quedo con Keely que convierte un drama en una fiesta. ¿O no?


sábado, octubre 17, 2009

Lake

Hace mucho que no jugamos a las nubes. ¿Recuerdas? Nos tumbábamos dejando pasar el tiempo y la brisa por nuestras pieles, y mirábamos las nubes. Aquella era Africa, aquella un pájaro, una se parecía al perro que tuviste de pequeño y otra al moño de mi tía la Fúnebre. Tu risa era insoportablemente contagiosa cuando me fingía contrariado por no tener tanta imaginación, y me pellizcabas encontrando cosquillas que ni sabía que existían, hasta que te suplicaba piedad. Y con divertida solemnidad me perdonabas, porque no podías permitir que mis ojos brillaran menos que el cielo.

Te contaba historias que iba acumulando los días en que no nos veíamos, como piedras preciosas guardadas en un bolsillo secreto. Tú las escuchabas atento y con mirada de asombro, y siempre pedías más. Y luego, el baño. Me quedaba rezagado desvistiéndome para poder contemplar cómo caminabas hasta sumergirte, con paso firme y un ligero contoneo varonil, producto de la chulería del que se sabe observado, aunque el agua estuviera helada y por dentro se te llevaran los demonios. Luego mi turno, despacio, con la indolencia lasciva del que igualmente se sabe observado. Y dejábamos que el agua fuera cómplice de nuestros juegos más adultos. De tus juegos más adúlteros.

Hoy he vuelto al lago, como sigo haciendo cada sábado aunque ya no estés. Probablemente nunca sabré si descubrieron tu engaño, o si encontraste algo que te interesó más. No te preocupes por mí, llevo mi vida tan bien o tan mal como antes de que aparecieras en ella, pero debo admitir que cuando me tumbo a dejar pasar el tiempo y la brisa por mi piel, me gustaría que me dijeras a qué se parece esa nube que estoy viendo.

jueves, octubre 15, 2009

Old-Fashioned

Mientras le hablaba, contó sus pecas. Algún día les pondría nombres. En el brindis, descubrió la puerta que dejaba entrar en sus ojos. En el postre, pensó que su boca sabría más dulce que cualquier golosina. Y mientras bailaban, supo que esa fragancia no le abandonaría nunca. 


miércoles, octubre 14, 2009

T de Talasemia

Se miró las manos. En una estaba el pasado, lleno de fracasos, portazos, humillaciones, mentiras y muchos, muchos secretos. En la otra estaba el futuro. Cómo sería. Lo que había entre ambas manos, y que contemplaba en todo su escaso esplendor en el espejo de cuerpo entero, era el presente desmadejado y confuso. Una persona hecha de pedazos mal colocados que trataba de recomponer sin un plano por el que guiarse. Hasta ahora se había dejado llevar por el instinto, tratando de aprender en cada paso. Pero no todo aprendizaje es beneficioso, y el resultado... el resultado era poco menos que lamentable. Sonrió. Forzado. Frunció el ceño. Fingido. Debía detener el tiempo y asegurarse de tomar la dirección correcta antes de zambullirse en ese futuro que tanto le intrigaba. Un futuro para aprender. Vértigo. Seguiría necesitando alguien a quien culpar, seguiría llevando el espejo de cuerpo entero para colocarlo delante de la gente y así unicamente contemplar su propio reflejo. Tal vez no. Ahora que lo comprendía, podía cambiarlo. Pero, ¿querría hacerlo?


¿Y si la mano del futuro no se atrevía a tocar, a acariciar, a sentir y seguia dejando la responsabilidad a la mano del pasado, la mano manida y maniatada, emocionalmente perezosa, injusta y traidora? De nuevo se miró en el espejo, con los brazos extendidos y las palmas hacia arriba, como un niño que no sabe si recibirá un castigo o un premio. Anémico de amor. Saturado de engaños. Cegado por su reflejo e inocente de sí mismo.


Momentos antes, la mano del pasado sujetaba con firmeza aquel cuchillo que se prometía liberador. Parecía fácil. La mano del futuro muerta antes de nacer, abierta en una roja sonrisa por la que dejaría escapar ese presente confuso a borbotones. Ya no habría que preocuparse por recomponer la madeja.


Pero una vez más, como tantas antes, el espejo le recomendó que no dejara escapar esa sangre. Tal vez la mano del futuro la sabría alimentar.


Sólo tal vez.


(La talasemia es un trastorno hereditario que afecta la producción de hemoglobina normal (un tipo de proteína de los glóbulos rojos que transporta oxígeno a los tejidos del cuerpo). La talasemia incluye varias formas diferentes de anemia. La gravedad y el tipo de anemia dependen del número de genes que estén afectados - Resurrection Health Care)

martes, octubre 13, 2009

Música Para Escribir IX: Stultifer

Hoy 13 de Octubre se produce un auténtico acontecimiento planetario (¿de qué me suena eso?). Hoy es el Stairs Day. Wow. Stultifer, desde su escalerístico blog "Donde Nadie Me Ve" nos ha convocado a todos para presentar nuestra escalera. Y a riesgo de desmarcarme un poco del Modus Operandi del evento, no voy a poner ninguna. O las voy a poner todas. Porque va a ser una escalera contada, pero no por mí. Cada uno sois libres de imaginar cómo será esta escalera. Tiene diez escalones, eso es lo único que sabemos de ella. Y nos conduce a la paz y la tranquilidad. Billy Idol, en su extraño y poco conocido álbum "Cyberpunk" de 1993 nos regaló un tema envolvente y mágico llamado "Adam In Chains", en el que en su primera parte una voz (el propio Idol "desfigurado", supongo) nos sometía a una hipnosis paso a paso, de este modo:


"¿Quieres ser hipnotizado?
Todo lo que tienes que hacer es mover el cuerpo de la manera en que te resulte cómoda
Déjate llevar y muévete
Fija la mirada en un punto
No importa donde
Tan solo fija la mirada en un punto
Y relájate
Siente cómo la mente y el cuerpo
Van haciéndose más pesados
Más pesados, más pesados mientras te relajas
Si tienes cualquier pensamiento
Deja que navegue por tu mente
Como hermosas nubes
Por un claro cielo azul
Asi, navegando y saliendo de tu mente
Navegando y saliendo
Mientras te vas relajando
Mas y mas profundamente
Libera todo el estrés y la tensión
Todas las preocupaciones y dudas y relájate
Imagina que tienes una ESCALERA enfrente

Con diez amplios y seguros escalones
Que conducen a la relajación perfecta
A la paz y la alegría
Hacia la felicidad que mereces
Y mientras voy contando desde diez
Da un paso con cada número
Baja un peldaño
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1
Relax, más y más profundo
Así es, déjate llevar y relájate...."


Yo recomendaría escucharla con auriculares si se puede y dejarse envolver por las palabras.



(En realidad, y como no sé hasta que punto le puede interesar Billy Idol a Stultifer (me da que poquito), y ya que es él el homenajeado hoy, por si acaso le dejo esta escalera infinita....)





Feliz Stairs Day

lunes, octubre 12, 2009

Di Amante



Se podía ver, pero no tocar. La imagen era clara y auténtica, la voz llegaba con nitidez, se desenvolvía como uno más entre toda la gente, pero estaba rodeado por una gruesa aunque imperceptible capa de cristal. Un muro que le protegía de la vida, aunque le gustaba pensar que a la vida le protegía de él, así de soberbio y tragipatético podía llegar a ser en su papel de corazón solitario sin banda a la que pertenecer. "Siempre distinto, siempre distante. A veces amado. Nunca amante." Cuando bebía más de la cuenta entonaba con voz pequeña y fuerte sentimiento estas frases, que acababan volcadas a chorro en el váter, mezclándose con todo el catálogo de promesas rotas, oportunidades perdidas, lamentos egoistas y demás parafernalias tan tópicas y de las que solía burlarse cuando andaba sereno. Y en esos momentos comprendía que ni era tan distinto ni tan distante, y por más que trataba de llorar, las lágrimas no brotaban. Tal vez se habían cristalizado, imitando su muro protector.


Solían decirle que valía mucho. Que era una joya. Una joyita, es que eres una joyita. Y él se preguntaba cómo no había encontrado aún la solapa adecuada a la que adornar, el cuello al que rodear, el dedo que lo luciría con orgullo. Puestos a elegir, le gustaba pensar que era un diamante. A medio pulir, mostrando un brillo primitivo y natural. No se imaginaba en grandes fastos, sino en pequeñas ocasiones, en una intimidad en la que supieran apreciar su verdadero valor.


Un día se encontraron. Hablaron, rieron, inventaron. Pero mientras más cerca parecía uno, más inasible lo percibía el otro, que no atinaba a comprender por qué sus dedos no lo alcanzaban. Sus momentos juntos eran tan agradables como extraños, le daba la impresión de hablar a través de una pantalla transparente, en la que todo estaba a la vista pero nada al alcance. Como en una sala de visitas carcelaria. Pensó que era la ocasión de comprobar si era la joya que todos decían, ese diamante que él fantaseaba con ser. Comenzó lanzando palabras llenas de intensidad, que iban posándose acompasadamente sobre la pantalla, tratando de ablandarla. Nada era casual ni gratuito, todo calculado con el esmero y el cariño que se pone a una receta preparada para una ocasión especial, hecha a fuego lento durante horas y con el convencimiento de que va a ser un éxito. Pero para este plato necesitaría más tiempo y el éxito era incierto. Con algo de pudor pasó a acariciar suave pero firmemente el cristal, seguía notando que las risas rebotaban pero le pareció que encontraban menos resistencia. Al otro lado de la pantalla, el distante contemplaba inquieto cómo se iba dibujando un círculo que inevitablemente acabaría por abrir un hueco en su hasta entonces inexpugnable fortaleza. En el último momento se le ocurrió que un diamante quizá luciría bien en su solapa. Y no pudo, no supo, no quiso detenerlo.

viernes, octubre 09, 2009

Momentos Dabadaba: Cinderella Rockefella



Esther y Abi Ofarim fueron los Carpenters de Israel, por así decirlo, aunque en vez de hermanos eran matrimonio. En 1968, año de nacimiento de vuestro humilde narrador, editaron este "Cinderella Rockefella", un single bizarro y muy contagioso que se convirtió en un éxito mundial. Una canción casi inclasificable, los años 20 pasados por el swinging London y cantados a la tirolesa. Ahí es nada. Debo decir que me vuelve loco. Esther no ha dejado de grabar y sigue siendo una estrella en su país, aunque la pareja se separó en 1970. Este tema lo utilizaron con mucho fundamento en la interesante "Caminar Sobre Las Aguas", de Eytan Fox. Seguro que algunos conoceréis esta divertida tonada, oh queridos y aurales lectores. Y los que no, seguro que como mínimo no os deja indiferentes. Buen fin de semana a todos.

 

ACTUALIZACIÓN:
Gracias a un comentario del querido Aloofness, me he decidido a poner el otro vídeo que aparece del tema, que es el que quise poner en principio. Es bastante más delirante, el problema es que  el sonido es mucho peor y encima se come la entrada....aunque merece la pena verlo, sin duda

jueves, octubre 08, 2009

Deconstruyendo Un Regalo

Me han regalado esta frase, "Me han regalado esta frase". Y lo agradezco. Venía envuelta en una sonrisa y adornada con un guiño. Cuando la he tenido en mis manos he comprendido que eramos el uno para el otro. La he girado (frase esta regalado han Me), desdoblado (esarf atse odalager nah eMe han regalado esta frase), apretado (Merase), siempre con delicadeza y cariño, tratando de hallar su sentido exacto. En siendo de mi propiedad, he probado a desarmarla con cuidado de no desalmarla. Sin aditivos ni colorantes, su pureza es tal que por poco renuncio a utilizarla.

Pero no. No sería yo si no la aprovechara. La música me ayudará.

Probé a quitarle alguna letra, y salío "Me han regalado esta fase". Puede ser. Esta dulce fase por la que atravieso en la árida blogosfera no sería posible sin el concurso de vosotros, oh queridos y estimulantes lectores, es el mayor regalo.

Hermoso y emocionante, pero demasiado fácil. Teodoro debe ir más allá.

Con menos letras, "Mando estafas". También podría ser, todo lo que es ficción no deja de ser un engaño, no siempre asumido por alguna de las partes.

Incómodo. Sigamos probando. Y si cambiamos letras de posición...

"Me ha negado las erratas". Psé.

"He gastado la fe". No, aún no. Confieso que ha habido y hay debilidad en muchas ocasiones, pero siempre queda una ilusión por pequeña que sea. If I ever lose my faith in you, there'll be nothing left for me to do, ya lo decía Sting.

"Has amado tarde". Uppps, paso palabra.

"Gato de fresa relame, ah". Esto en mi tierra se denomina "una rayaera", pero tiene un punto surrealista que a Teodoro le sienta como un guante. Hand in glove, decían Morrissey y Sandie, claro que podía referirse a cierta práctica sexual no apta para ojos sensibles. Os la ahorraré.

"Negarse es toda la fama". Interesante. Donde dije digo...

"Tengo mal de sesera". Eso me lo he dicho muchas veces. La locura no tiene cura, solo parches.

"Meterse algo a ráfagas ". Ejem. Tampoco es este el lugar para hablar de intimidades.

"Falta Reme, no hagas redes". Algún mensaje en clave para Mortadelo y Filemón??

"¿Has regado a la enferma?". Qué mala mano tengo para las plantas.

"Regatea, no es falsa". Más lista que el hambre. Pero yo ya estoy empezando a desvariar de verdad, y es el momento de terminar el juego.

Me han regalado esta frase, "Me han regalado esta frase", y he jugado y me he dejado jugar por ella. Ahora no sé quién es dueño de quién, pero prometo averiguarlo. O no.

Gracias a , que me la has regalado.

miércoles, octubre 07, 2009

G de Garcinia

Click. Con k final. Ese chasquido que le sacudió por dentro sonó en su mente como un click, con k. Contundente y rotundo, con deje metálico y eco vibrante. Con varios como ese Stockhausen habría hecho algo grande. Debió ser imperceptible, aunque estaba seguro de que si ese encuentro se hubiera filmado, viéndolo a cámara lenta se notaría perfectamente el momento en que su cuerpo se estremeció con ese click con k. Seguro que se le dilataron las pupilas y las aletas de la nariz. Seguro que parpadeó despacio y tomó aliento profundamente. Pero esperaba que nadie hubiera notado nada.

Precisamente el dia anterior había tomado la firme y tajante decisión de retirarse de manera definitiva del mercado, tras una larga temporada de abandono físico y emocional, aunque sin atreverse a un pronunciamiento claro. Pero ayer le preguntó al espejo con toda la templanza que fue capaz de acumular, y la respuesta que le dió fue bien precisa. Retírate. Y él sabía que el espejo no se equivocaba. Y sin embargo. Hoy.

Llevaba años viéndolo y nunca hasta ahora lo había mirado. No había nada especial en él ese día, nada que no estuviera presente todos los otros días y meses y años en que se habían visto, intermitentemente. Una ausencia bastante más larga de lo habitual, de acuerdo, pero en apariencia todo estaba igual que siempre. Todo en su sitio. La misma voz rota, la misma sonrisa bonachona, los mismos ojos vivos tras las mismas gafas, la misma barba sin afeitar. El mismo tipo alegre y sencillo con el que había hablado docenas de veces y al que no le unía más que una relación comercial, un aprecio de cortesía (sincera, pero cortesía a fin de cuentas), ahora le había hecho temblar. El click. Con k. Miró a su alrededor esperando encontrarse a Cupido revolcándose de risa por el suelo, pero lo único que vió fue su imagen reflejada en un espejo de la sala (¿retírate?), con ojos alucinados y sonrisa congelada . Siguió hablando con él tratando de disimular y notó que la mirada había cambiado. Asombro, tal vez. Perplejidad, quizás. Parecía haber sido víctima de una sacudida de deje metálico y eco vibrante. Posiblemente de menos intensidad, pero en ese instante se propuso entrar una última vez en el mercado para colocar la k en el clic. O al menos, intentarlo.

Una vez más.

(La Garcinia cambogia es un arbusto que crece sobre todo en el sur de la India. Ideal en tratamientos para perder peso ya que ayuda a reducir la conversión de los hidratos de carbono en grasa, favoreciendo, por tanto que no se acumule la grasa no necesaria en el cuerpo. -Wikipedia)

lunes, octubre 05, 2009

Octubre

Este post estaba previsto para el día 1, pero ya conté que la canción correspondiente no apareció y se tuvo que aplazar. Curiosamente el bloqueo de quedarme sin el tema planeado me hizo alumbrar la que seguramente ha sido la entrada más celebrada de este blog, que alguien llegó a definir como "El Post Del Año", para mi asombro. Caramba. Me temo que después de eso, todo será cuesta abajo. Pero mientras tanto, vuelvo a lo que iba.

Se fue nuestro querido Septiembre, y llega el auténtico mes del Otoño. En Octubre la nostalgia septembrina ya está perfectamente instalada en casa y se convive con ella cara a cara, nos acaricia al levantarnos y nos arropa al meternos en la cama. A veces resulta una compañía poco deseada, pero su inevitabilidad tampoco molesta, poco a poco se irá convirtiendo en tristeza al llegar el Invierno, para reventar en euforia primaveral y licuarse en pereza veraniega, que volverá a ser nostalgia el próximo Otoño. La vida es así, cíclica. Las circunstancias y los cambios los vamos colocando nosotros, pero ella sigue con su ritmo, siempre inexorable aunque a veces el tempo sea caprichoso. Tan caprichoso como que en este apartado rincón del mundo (bueno, apartado de Wisconsin o Canberra, porque de Huelva, por poner, está al lado) llevamos 5 días como en pleno Verano. Indian Summer, Veranillo de San Miguel o como queráis llamarle, estamos que nos torramos vivos.

Canciones relativas a este mes no hay muchas conocidas. Podría haber escogido a U2, Amy Winehouse, Chris & Cosey, Duran Duran, JJ72, Eliane Elias o Pet Shop Boys, pero la misteriosa canción perdida y ya encontrada pertenece a A-ha, de su álbum de 1986 "Scoundrel Days", un tema poco conocido y bastante diferente a todo lo que han hecho, en vez de usar el tono agudo y a veces en falsete habitual de su cantante, el bello Morten Harket, aquí canta con voz grave y susurrante, y los arreglos tienen un cierto toque muy lindo a lo Burt Bacharach.

Octubre nos envuelve, oh queridos y preconstipados lectores, dejad que vuestras nostalgias os den un beso de buenas noches y os sirvan el desayuno al levantaros, pero que se queden en casa durante la jornada. Ya os recibirán calurosamente al volver. Siempre se alegran de vernos. Y aunque no queramos reconocerlo, por lo general nosotros también.

Memorias de un Discodancer: The Hills Of Katmandu

Como ya conté en la primera entrada de estas memorias, en 1980 por fín pude cumplir mi sueño travoltesco de hacer piruetas en una pista de baile. Era un devorador de toda la música que me encontraba y siempre estaba pendiente de lo que saliera en la radio, llenando cassettes con lo que iba grabando, y entre lo que había, como es normal por la época, mucha música disco. Trataba de comprar (bueno, de que me regalaran, claro) bastante entre singles y recopilatorios, pero hubo un tema que no pude conseguir. Lo tenía en una cinta, grabado entre muchas otras cosas, y nunca pude averiguar cómo se llamaba, eran unos 5 minutos de desenfreno que me volvían loco y escuchaba sin parar. Con el tiempo, como suele pasar, la cinta se perdió y ese tema que tanto me gustaba pasó al olvido, junto con un montón de sueños infantiles enterrados bajo un desajuste hormonal propio de la edad que me hizo apartarme de la música de baile y abrazar estilos más serios (¿un mocoso de 13 años adorando a Ravel y Debussy? Sí, lo juro). Creo que los primeros pelos en el bigote tuvieron la culpa. No de que de pronto solo quisiera escuchar clásica, que eso lo he mantenido aunque combinado con todo lo demás, sino de que me apartara tan visceralmente de la música del momento. Desgraciado de mí, dejé pasar los inicios de todos los grupos a los que luego veneraría. Pero esa es otra historia, y será contada en otra ocasión, o no.

El caso es que no había vuelto a escuchar ni recordar ese tema sin título que tanto me gustaba hasta que de pronto hace unos meses lo pusieron en una emisora disco de Internet. No me lo podía creer. Casi 30 años sin escucharlo, y ahí estaba. "The Hills Of Katmandu", de Tantra. Investigando en la red descubro que eran unos italianos que grabaron dos álbumes y se han convertido en un grupo de culto en su estilo, continuamente rescatados por dj's retro, nunca editados en cd y bastante cotizados en las webs de coleccionismo.

La pieza en cuestión dura nada menos que 16 minutos, es toda una suite epica de electro-disco, cercano a lo que luego se llamó Hi-Energy, y que suena hoy tan moderna como en su día. Secuenciadores muy a lo Moroder, percusiones potentes, guitarra y bajo hipnóticos, voces susurrantes, un cambio a la mitad que transforma el tema en algo luminoso (el tramo más propiamente disco, como para una coreografía de Valerio Lazarov) para en el último tramo, retomar el trance de la primera parte. He encontrado un vídeo editado a 9 minutos hecho con un montaje de escenas de la psicotrópica "Altered States", de mi querido Ken Russell. Si a alguien tiene 16 minutos y ganas de escuchar la maravillosa suite completa, la tiene aquí.



Que discodancen ustedes mucho, oh queridos y lunísticos lectores.

viernes, octubre 02, 2009

Música Para Escribir VIII: the runagay

Y volvió. El artista antes conocido como mistercloset, que nos había dado un susto dejándonos desamparados en esta blogosfera tan llena de claroscuros, ha vuelto con nuevo nombre, y es el momento de celebrarlo con una nueva entrega de Música Para Escribir. Porque si hay algo que este misterioso bloguero hace como nadie, es escribir. Vale, oh queridos y tecleantes lectores, nadie escribe igual que nadie igual que nadie habla ni come ni ....ejem, ni hace nada como nadie. Pero cualquiera que haya entrado o entre (ya estáis tardando) en su particular universo entenderá perfectamente lo que digo. Textos breves y contundentes con una precisión matemática y exquisita. Píldoras que son un mazazo, una caricia, una sonrisa o una punzada, o todo a la vez, y se podrían decir muchas más cosas, pero a algo tan bueno solo se le puede hacer justicia leyéndolo, disfrutándolo, comprendiéndolo. Menos mal que has vuelto, mister.

Y como es un amante del rock progresivo por encima de todas las cosas, a él le dedico una pieza que podría ser de Pink Floyd pero no lo es. Uno de mis grupos favoritos de los últimos años, Porcupine Tree, a los que veré en concierto en Noviembre y estoy que vivo sin vivir en mí esperando ese día, son unos dignos herederos de los Floyd, King Crimson o Van der Graaf Generator, aunque ultimamente estén tirando por un camino más cercano al heavy. Uno de sus primeros trabajos fue "Voyage 34", un EP instrumental de dos temas...y 30 minutos de duración en el que utilizaban la voz del mismísimo Timothy Leary, gran teórico de la psicodelia y el LSD. Para variar, es de 1992, una vez más aparece este año y esto ya mosquea. No sé si conocerás a este grupo, runagay, pero creo que te pueden gustar bastante. Y con suerte lo mismo te inspiran uno de esos excelentes posts.

Aviso: esto dura casi 11 minutos, es la "Phase Two", de un vídeo casero que había en youtube. Me encantaría que os gustara a todos, pero creo que no va a ser, se aleja bastante de lo que suelo poner y de los gustos de muchos de vosotros. Pero aquí vuestro humilde narrador es ecléctico y un poco outsider a ratos, ya lo sabéis...

jueves, octubre 01, 2009

Repentina Mente



La tecnología nos juega malas pasadas a veces (¿verdad, Winnie?). Estaba dispuesto a recibir a Octubre con todos los honores y un fallo técnico (mezclado con un poco de despiste de mi cosecha, todo hay que decirlo) lo ha hecho imposible, así que aplazaremos la entrada prevista para cuando pueda ser. Nada es casual, dicen por ahí. Seguramente no tenía nada interesante que contar acompañando a la canción escogida y la canción no aparecerá hasta que el texto sea el adecuado. Y sin embargo. He cogido un puñado de palabras y las he esparcido por el suelo tratando de encontrar un punto de referencia. De un texto o de un pretexto, eso da lo mismo. O no. En cualquier caso, ninguna palabra parecía dar soporte a la emoción y valor a la sentencia. Como en un laberinto en el que los adverbios fueran setos, los adjetivos guijarros y los pronombres pequeñas luces que ayudaran al recorrido, me he ido sumergiendo en busca de esa palabra. Tropecé con el rabillo de una Q y casi me caigo dentro de una D, pude agarrarme al punto de una I, tambaleándome, pensando abandonar una búsqueda incierta que lo único que estaba consiguiendo era retrasar mi descanso, pero ya me había adentrado demasiado en el laberinto. Se me ocurrió que si nunca llegaba a encontrar la salida podría alimentarme de verbos, que ojalá se hicieran carne. Pero no podía rendirme. O encontrar la palabra o encontrar la salida. Una T me hizo un rasguño y pude aliviar el calor abanicándome con una M. No me daba cuenta de que iba mutilando las palabras a cada paso, a cada tropiezo, a cada golpe de aire. Estaba encerrado profanando mi propio laberinto. Y la palabra seguía sin aparecer. Confuso y letraherido eché a correr dejando atrás querer, sabiduría, violeta, cristal, madre, penitencia, y unas cuantas palabras más que no alcancé a distinguir. O no quise. El laberinto parecía cada vez más grande o yo más ignorante, y decidí meter la cabeza en una O que había en la pared. Desde esa ventana ví un salon iluminado en el que un hombre que perfectamente podría ser yo escribía un texto en su ordenador. Grité pero no pareció oirme, y empecé a arrugar palabras y lanzárselas como proyectiles, y a sus pies cayó una. Se agachó a cogerla y extrañado miró hacia donde yo estaba. Cuando ya me pensaba libre de aquel laberinto de palabras, se giró de nuevo hacia la pantalla, leyó la que había recogido, sonrió, y aunque no pude verle bien, juraría que lo que escribió fue la palabra FIN.