Ahora que empieza a hacer 20 años de casi todo, también hace 20 años de tí. De vez en cuando te asomas de improviso por una ventana de mi memoria, como ahora, y al momento te esfumas, como harás cuando acabe de escribir estas líneas. Trato de imaginarte con la edad que tendrás hoy, con la vida que tendrás hoy, con tus hijos ya crecidos y libres de todo trauma por el divorcio, si es que llegó. En ese momento era una reciente y bastante dolorosa separación, habías dejado a tu familia y a tu férrea comunidad TJ para lanzarte a la búsqueda de tu propia vida, sin saber exáctamente qué vida estabas buscando. Y en tu mirada de doble fondo, tras una aparente imperturbabilidad, se adivinaba que la caldera llena de culpa, ira y dolor estaba a punto del sobrecalentamiento. Me pregunto si estalló y qué se llevó por delante. Solo pude acompañarte en el lecho en un breve tramo del trayecto, tan breve que por más que quiera no alcanzo a recordar más que unas pocas escenas de vodevil entrando a hurtadillas en tu casa para que el vecindario no supiera de tus escarceos, un hermoso bosque de vello en el que me gustaba perderme, y unos cuantos fragmentos de conversación a deshoras, cuando tras vaciar tu cuerpo necesitabas vaciar tu alma, siempre pendientes del reloj para marcharme igualmente a hurtadillas al amanecer, cuando las calles aún no estaban ni puestas. Curiosamente no recuerdo tu nombre, pero sí tu palabra. Algo que me dijiste a oscuras, con la voz quebrada después de una larga pausa en tu relato del malestar. Y que no sé si entendí mal, pero no quise hacértelo repetir para no romper la trascendencia del momento. Todavía hoy, cuando tu recuerdo asoma por la ventana de la memoria, me pregunto si realmente dijiste aquello.
"¿Sabes? Es que tengo un marketing de vida muy complicado."
(..."the world is full of them...")