Y digo yo, ¿cuándo tiene un creador la sensación de que su trabajo está terminado? Es algo que siempre me ha intrigado tremendamente. Es verdad que a veces hay presión por parte "del que paga", censura, escasez de medios, y muchas circunstancias que hacen que el autor no pueda decidir libremente dónde poner punto final a su asunto, pero imaginando que se goce de completa autonomía y libertad de decisión, cuándo llega el final? Hay novelas o películas que tienen un final claro, se está contando una historia concreta y el desenlace es lo que le marca el fin. Aunque en realidad todos los finales son abiertos, porque es materialmente imposible contarlo todo. Los protagonistas se enamoran, se besan, y se acaba felizmente. Pero claro, luego viene la vida en común, las alegrías o decepciones, lo mismo uno de ellos podría morir al dia siguiente, o tener una crisis de fe, o abandonarlo todo por el macramé, quién sabe. Pero como la historia que nos estaban contando, que centraba su intriga en saber si se enamoraban o no (o encontraba el arca,o mataba al vampiro, o se hundía el barco, etc.), ya ha llegado al punto preciso, pues se puede dar por contada, y lo demás interesa menos. Muy bien. Pero, qué pasa con historias no tan concretas, que no tienen un asunto tan concluible. ¿Qué lleva al director, guionista o escritor a decidir cortar en un punto? A no contar más de los principales, a no profundizar en los otros personajes. Yo como espectador o lector me puedo quedar con ganas de saber más, pero acepto que me cuenten hasta dónde el contador quiera. Lo que me intriga es el momento en que decide "ea, ya he contado lo que quería".
Y si en el caso del cine, la literatura o incluso la música me parece lógico que el creador "vea" un final, hay disciplinas en las que me siento intrigado hasta no poder más. La poesía moderna, por ejemplo. Una vez superadas las normas métricas y tal, ¿cuándo siente el autor que un verso es el último, que ya ha expresado lo que quería? Hay poemas de los mismos autores que no llegan a los 10 versos y otros que ocupan varias páginas. ¿Qué pasa por su cabeza a medida que escribe para comprender la cantidad de palabras que necesita su idea? ¿Y en la pintura? Los clásicos lo tenían aparentemente más fácil. Pintar con un modelo (una persona o grupo, un bodegón, un paisaje) significa que una vez retratado eso, ya no había más que poner. Aunque habría que preguntarles a ellos, lo mismo les daba igual quebradero de cabeza decidir si el final estaba en esa luz más o menos intensa o en la mirada del retratado, qué sé yo. Pero los modernos...¿dónde sienten el final de una obra? Pollock, por ejemplo, que entraba en trance derramando chorros y goterones (que conste que lo venero)...cuándo decidía que había expresado lo que quería en un cuadro concreto, qué chorro era el último?
Y digo yo, ¿cómo sabe el bloguero que su entrada está completa?