lunes, septiembre 15, 2008

Jour de Fête

Una de las frases que más me aterroriza oir es..."Voy a hacer una fiesta", en todas sus variantes (doy una fiesta, hago una fiesta en casa, celebro una fiesta). Porque la frase que viene después es "No faltes", en todas sus variantes (tienes que venir, pásate, etc.). Como en los últimos años he pasado de ser un bicho raro a un bicho rarísimo, cada vez oigo menos esa frase, así que no tengo que pensar en qué excusa poner (visita a la familia, cita con el médico -que es un poco sospechosa porque las fiestas suelen ser a horas poco citamedicables-, quedarme de canguro...), y por suerte me libro del chantaje emocional del quiero que vengas, no puedes faltar, como no vengas me enfado, y todo eso. Es que no me gustan las fiestas, qué le voy a hacer. Como tengo tendencia a ser un poco fantabuloso, siempre he pensado en una fiesta como algo muy especial, con guirnaldas, piñatas, magos, camas elásticas, acróbatas, manjares exquisitos y hasta un elefante enano a lunares, ya puestos. Y claro, las expectativas nunca se cumplen, todo eso se queda en una reunión con conocidos, sandwiches, empanada, bebida caliente y todo el mundo con cara de "estamos en una fiesta!!" ("pero si nos vemos día sí y día también" "ya, pero estamos en una fiesta!! yujuuuu!!")



Adaptar el lugar para el festejo también tiene su aquél. Normalmente hay dos opciones:

a) Se retiran todos los muebles, con lo que, mientras la gente llega o no, o si al final la cosa no es tan exitosa como se esperaba, todo el mundo se queda en un rincón, que casualmente es el de la comida, frente a un salón vacío. Y no hay sitio para sentarse.

b) Se deja todo más o menos en su sitio, con lo que si apetece bailar, no se puede por miedo a darse en la espinilla con la mesita de estar o romper un jarrón de la dinastía Ming, y acomodarse 20 o más personas en un espacio habilitado en lo diario para 4 o 5 no es fácil. Acabas encajonado con unos cuantos en un sofá con un codo en las costillas, o sentado en el brazo del idem con el cuerpo en tensión para no cargártelo, o de pie porque todos los pocos asientos han sido ocupados.

Ah, si, se conoce gente, a veces, es verdad.

Tal vez tengo un trauma o algo. Una vez hice una en mi casa, mi flamante 11 cumpleaños. Unos diez compañeros del cole. Mi habitación. ¿Alguien ha visto Jumanji?




Hasta me rompieron un juguete de carreras de coches Geyper recién estrenado. Bueno, tengo que añadir que yo siempre fuí muy destrozón con los juguetes, pero qué narices, los míos me los cargaba yo, no un rinoceronte vestido de colegial. Ea. lo dicho, un trauma.

Así que seguiré evitando las fiestas en la medida de lo posible. ¿A ustedes les gustan las fiestas, mis queridos y entrañables lectores? Esto de la pregunta final a la audiencia es muy de Polo, confieso que le he tomado prestado el recurso. Y otra pregunta: ¿recuerdan canciones con ese temido palabro en el título? Saltándome a la Carrá, la San Basilio, Karina y a Fórmula V, ahí van unas cuantas, las que ofrece mi desgastada memoria sin preguntarle al señor Google:

"No Habrá Más Fiestas Para Mañana", de Danza Invisible (gran título, pardiez)
"Party Out Of Bounds", de The B-52's
"La Fête Triste", de Trisomie 21
"Never Give Up (Party! Party!)", de Paul Haig
"It's My Party", de Lesley Gore, aunque me quedo con la bizarra versión de Dave Stewart & Barbara Gaskin
"The Party's Over", de Talk Talk
"All Tomorrow's Parties", de Velvet Underground (y Japan, claro)
"You'll Be Mine (Party Time)", de Gloria Estefan
"Party Fears Two", de The Associates (qué grandes)
"Party Girl", de U2 (antes de convertirse en unos plastas)
"The Party", de Kraze
"Fiesta", de The Pogues

....y ya está bien de fiesta, que mañana hay que trabajar.

lunes, septiembre 01, 2008

La Más Grande

Para unos será la Jurado. Para otros la Callas. Habrá quien piense que la Thatcher, y por desgracia muchos dirán que (la) Madonna. Pero para mí la más grande es sin duda la Streep. Ya hace mucho que no me quedaba ninguna duda, pero de haber sido el caso, habría desaparecido por completo tras ver "Mamma Mia", esa petardada absurda y deliciosa en la que Meryl está tan soberbia como en sus grandes papeles dramáticos. Porque ella es inmensa, y con los años, en vez de verse relegada por la industria a "aparición estelar" de esas que dan prestigio a una película y que exigen un mínimo esfuerzo, apenas una dosis de tics y gestos de gran diva (Gena Rowlands o Anne Bancroft en sus últimos años, por ejemplo, que a Glenn Close la salvó la TV de cable), o de vez en cuando un papel protagonista en películas tontorronas destinadas a recordar que existe un público maduro (Diane Keaton, Goldie Hawn), la Streep ha sabido llevar su carrera con acierto, alternando papeles principales con secundarios, y poniendo en cada uno su grandísimo talento. Teniendo una belleza antigua y un porte elegante, nunca fue un bombón, y ha sabido madurar (aún no envejecer) con clase y sin recurrir a arreglos, implantes, labios amorcillados (qué guapas eran Lange y Dunawaye, y en lo que se han convertido. Y Sharon Stone se acerca peligrosamente). Y si se ha estirado algo por alguna parte, ha sido de lo más discreta. Siempre se limitó a ser una actriz. La mejor de todas.



Y es una satisfacción verla disfrutar con su trabajo, porque eso se transmite. Evidentemente hacer una película como Mamma Mia, en ese entorno paradisiaco, cantando esas coplillas entrañables, tiene que ser para disfrutar. Pero estoy seguro que Meg Ryan hubiera sido Meg Ryan cantando. O la Hawn, o la Keaton. Casi todas estas grandes (algunas por talento y algunas por haber sido muy taquilleras) habrían tenido cara de "¿Qué hago yo aquí? Ah si, esto lo hago para comer" o de "soy una estrella madura y lo demuestro en cada plano". Y Meryl no, ella es su personaje, es generosa con sus compañeros de reparto, no parece que sea consciente -y eso que indudablemente lo es- de que está a años luz de todos, es una más, y ríe con ganas, y salta, y no roba escenas por más que se coma a cualquiera que se ponga a su lado. Y hasta canta bien la puñetera. Ya me sorprendió cantando (sé que ya lo había hecho en "Postales desde el filo" pero nunca la ví) en esa otra delicia (tal vez la hermana intelectual de Mamma mia), "A Prairie Home Companion", un papel-regalo junto a la operadísima Lily Tomlin. Tengo ganas de verla en "Doubt", junto a Philip Seymour Hoffman, uno de los pocos actores que se le acercan en grandeza.

Estaría horas hablando de la más grande, así que volveré a hacerlo.

Para escuchar, como es demasiado obvio algo de MM, pongamos APHC: "My Minnesota Home"