martes, enero 27, 2009

Guilty Pleasures (I) : Hurt

Vosotros, estimados, instruidos y sabios lectores, ya conocéis el significado del término "Guilty Pleasure". Sí, esas cosas (principalmente música, literatura, cine o moda) que nos gustan y no queremos reconocer porque pondrían en duda nuestro buen gusto, cultura, modernidad... Una de las definiciones más simpáticas que me he encontrado googleando es "algo que finjo irónicamente que me gusta, pero en secreto me gusta realmente". Touché. Aquí uno dándoselas de cool y de exquisito, y en la intimidad disfruta de cosas que en público desprecia o simplemente no se atreve a proclamar.

En la BBC Radio tienen un programa (y esta es su web)sobre ello en el que invitan a personajes ilustres a confesar sus ocultos placeres. Y dado que todos tenemos más prejuicios de los que quisiéramos, es divertido escandalizarse cuando alguien dice algún nombre que "no le pega nada". Un rockero devoto de Sarah Brightman, una technomoderna fan de Kenny Rogers, un excelso cantautor loco por la Kylie de los primeros años. De todo hay.

Muchos de estos pleasures vienen de la infancia, de cosas que escuchamos en casa a través de hermanos mayores, o que están de moda en radios o cines o estanterías, y aunque con los años nuestros gustos vayan en una dirección muy distinta, seguimos disfrutando esas cosas con nostalgia....y normalmente no hay problema en confesarlo porque ponemos la excusa del recuerdo. Pero otros, ay, otros, esos si que son guilty porque nos cautivan cuando ya tenemos el gusto (presuntamente) definidísimo, y estamos llenos de prejuicios. Y esos son los que cuesta confesar. ¿A que sí? Porque es muy divertido soltar una boutade para sorprender al personal que te considera tan exquisito. Pero de ahí a reconocer que es cierto, va un mundo.

El primero de los placeres es alguien que me horrorizaba hasta hace bien poco. Más que por su música, que también, por su "concepto". De hecho, al convertirse en un GP he probado a darle una oportunidad a sus dos primeros discos y me siguen pareciendo un horror. Hablo de Christina Aguilera. Lo que me he burlado de ella (Aguilucho, Ugly-area), pobretica. Y desde que escuché sus dos últimos temas, Keeps Gettin' Better y Falling In Love Again mi vida no es la misma, como si hubiera descubierto un nuevo detergente. Vale, ahora va de electromoderna a lo Goldfrapp y es normal que me permita a mí mismo que me guste...pero el verdadero GP es "Hurt" baladón ultra-sentido de hace un par de años, que en su momento por supuesto no le hice ni caso y que no paro de escuchar estos días en todas sus versiones, que son bastantes. Imagino que muchos ya lo conoceis, pero aquí dejo la versión original (en directo, porque el señor Tube no me deja poner el video, que es muy bonito, por cierto) y un remix que la trastoca por completo y con gran acierto. Os invito a disfrutar el primero de mis Guilty Pleasures:




martes, enero 20, 2009

El Olor De La Noche

Ah, el psicoanálisis. Gran invento. Pero de eso hablaré otro día.

El lunes es el día en el que me enfrento a mi subconsciente para ver quién es más fuerte. Pagando, y siendo supervisado, claro, porque enfrentarme, lo que es enfrentarme, lo hago todo el tiempo. Es un día especial, divertido por lo estresante que puede llegar a ser. Salir del trabajo a las 13.30, correr 15 minutos a la estación, tomar el cercanías, 20 minutos de tren, otros 15 andando, una hora de diván sin diván, vuelta en bus (con los dedos cruzados para que no haya atascos ni retrasos), comer algo rápido, y a las 17.00 vuelta al trabajo con mi mejor sonrisa aunque a veces la batalla del diván sin diván me haya dejado emocionalmente exhausto.

Cuando voy de camino, en ese tramo de los 15 minutos a pie entre el Cercanías y Freud, paso por una zona de bares de ambiente, y hay uno que siempre está abierto a esa hora (lunes a mediodía, recordad, queridos bloguíferos), aparentemente celebrando alguna calzoncillo party, o zapas meeting, o cosas así, según reza en una pantalla que tienen junto a la puerta, siempre cerrada y con su timbrecito old-fashioned.

El siglo pasado fui dj durante algún tiempo, y cuando llegaba al sitio de turno antes de que se "ambientara", me provocaba una extraña fascinación ese olor rancio, mezcla de humos y humores con toda clase de detergentes y fregasuelos. Siempre era el mismo olor, usaran los limpiadores que usaran. De alguna manera, las energías que de noche habían fumado, bailado, ligado y quién sabe qué más, se adueñaban de aquello que quería eliminarlas, y el resultado era ese olor rancio y burlón. Poco a poco el local se llenaba, crecían las colonias, perfumes, sudores, tabacos, esacosaquehuelecomoamelocotonydaunsubidonqueloflipas,etc. Y cuando todo acababa y la gente se había marchado, la esencia nocturna se quedaba en el local, acechante, a la espera de su dosis de detergente.

Hoy he visto el bar del que hablaba antes abierto por primera vez. Tal vez no se había presentado nadie a la gayumboparty y decidieron hacer limpieza. Lo que pude ver, sin detenerme, fue un antro como tantos otros, vacío, con un suelo a medio fregar. Y mientras fuera hacía un día nublado aunque bien brillante, el local expulsaba desde sus entrañas un fascinante, intenso y desafiante olor a noche.



(¿Cómo he podido vivir sin esta joya?)

jueves, enero 01, 2009

La Prueba del Nueve

Después de unos meses cerrado por reformas (reformas personales, básicamente), inicio con vosotros, oh queridos, valorados y un poco abandonados lectores, una nueva etapa. Por enésima vez he estado a punto de tirar el blog a la basura, pero al final he decidido no hacerlo, con el firme (pero firme, firme, firme) propósito de escribir con más regularidad. Al menos una vez a la semana. ¿Me lo creo?

Y vamos a lo que corresponde en un día como hoy. Espero que todos tengamos un buen año y se vayan cumpliendo nuestras expectativas (sobre las ilusiones no me pronuncio, que a veces no es del todo bueno que se cumplan), yo por mi parte y como debe ser, tengo una listita de propósitos que cumplir (aparte de bloguear más), y algo me dice que estoy más preparado para cumplirlos ahora que otros años. ¿Me lo creo?

Y ya sólo quedan 4 días para que acabe la vorágine navideña. Seguiré siendo un contrabajo mientras tanto, y ya el día 6 me plantearé si transformarme en otro instrumento. Eso sí que no me lo creo.

Nos leemos en breve.