Hoy los he visto. Había oido y leido sobre ellos, visto en reportajes de Tv, pero nunca lo había presenciado en vivo. Me he sentido como cayendo de un guindo, supongo que en mi vida sin lujos pero medianamente acomodada no encaja que dos manzanas mas arriba haya gente que vive así. Eso sólo podía verse en las grandes ciudades despersonalizadas, simbolos del capitalismo más brutal, o en suburbios donde se vive en condiciones de penuria económica, moral, cultural, y todo eso que ya sabemos. Pero no. En una ciudad-pueblo grandota como esta, en un barrio corriente pero céntrico también hay gente que pasa mucha hambre. Iba yo tan campante, haciendo mis cálculos para llegar más o menos entero a fin de mes a un supermercado de esos de descuento que cada vez están más presentes en todas las ciudades, y en la puerta, apostados junto a los contenedores de basura, un grupo de personas esperando a recoger lo que desecharan los del super. Tranquilos, pacientes, resignados. Siempre se ha visto a algún mendigo de los de toda la vida rebuscando en la basura, durmiendo en los cajeros de bancos, pero ellos eran muy diferentes. Vestidos con ropa sencilla pero limpia, inmigrantes probablemente con sus alquileres asfixiantes y sus trabajos en negro de jornadas extenuantes. Intentando sobrevivir dignamente a base de lo que a nosotros nos sobra.
Y yo había ido a por toppings de frutos secos para ensalada.
Suena "Between Tides", de Roger Eno (All Saints, 1992)
2 comentarios:
Es bueno pensar en estas personas y es bueno tenerlos presentes en nuestras vidas. No sólo por valorar lo que tenemos, sino por saber que, de algún modo, podemos ser solidarios. El problema es ¿cómo? Siempre me lo he planteado: ¿cómo poder conseguir que el mundo cambie algo? Es difícil, pero supongo que alguna manera habrá. Al menos, por el simple hecho de planteárnoslo, yo creo que ya cambiamos algo el mundo.
ABZ
Puf! yo esto lo he visto hace años ya, porque no sé si sabes, pero de donde yo vengo la solidaridad es de pobres con pobres (pobres económicamente, que no en su humanidad). Y a pesar que la realidad de cada uno es diferente, yo me siento de alma como esa gente: no pidiendo nada a nadie y llevando mi "personal" dignidad.
Claro que las acomodadas familias clase media son igual en todas partes y la mía sigue horrorizada con el hecho de que prefiera vivir aquí "sin nadie que limpie mi casa".
Y lo que sí me da mucha pena es saber que casos mi situación es diferente a la de mucha de esa gente sólo porque mi pasaporte pone una ciudadanía europea en vez de una latinoamericana.
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