Ay, todos los veranos igual. Precauciones por aquí, precauciones por allá, y al final en un descuido siempre acabo quemándome. Que si coges el coche en busca de una playa un poco retirada intentando encontrar algo de tranquilidad entre tanto dominguero escandaloso (y los niños, esos eternos chillones), que si encuentras un sitio con gente pero que parece mínimamente civilizado, que qué gustito y qué bien se está, que vaya pereza coger los bártulos y volver (sabiendo que los domingos ya hay atasco sea donde sea hasta bien entrado Septiembre), ...total, que al final echas cuatro horas tirado al sol, y ni crema protectora ni sombrilla ni leche. Que levante la mano quien no se haya visto en un trance similar. Así que mucho aftersun (spray de cactus, huele muy bien y no es nada pringoso, un descubrimiento) y rezarle a todo el santoral para que mañana no duela mucho, que hay que currar intensamente hasta el Sábado).
Pero la verdad es que el primer color sienta muy bien, ese tono sonrosado pero sin estridencias antes de pasar al moreno más intenso...favorece mucho. Yo que en invierno tengo muy mala cara, qué bien me veo.
Here comes the sun. Bienvenido sea. Pero en dosis pequeñas, que es lo suyo.
Escuchando: "Morning Light" , de Locust (Apollo, 1998)
3 comentarios:
Si lo sabré yo! Como soy madre de una niña chillona aprovecho los viernes al salir del curro o el sábado despues del mediodia (que Mini va de su padre) pero no alcanza. No rosa, ni rosita ni nada, siempre el mismo color con la consabida mala cara del invierno todo el verano. A ver si hay suerte.
Si, a ver si hay suerte, que curramos demasiado y siempre tenemos un aspecto enfermizo. Seguro que con una madre tan maja tu niña en vez de chillar, canta a The chameleons, por lo menos :-)
Bueno, hace una version de Psycho Killer que esta muy bien, pero solo cuando le apetece.
Que calor, no?
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